29 Ago ¿Qué es la memoria del corazón?
Las historias han acompañado siempre al ser humano. Nos encantan las historias, leídas, contadas, vistas, vividas, pero también hay que entender que no es posible retener todos los datos en la mente. Recuerdo un tiempo en que olvidar esos datos me dolía en lo más profundo. Lo sentía casi como una traición hacia los personajes que me habían acompañado en alguna etapa de mi camino de vida.
Es cierto que algunas historias nos marcan de manera tan honda que no es posible olvidar nada, pero en muchos casos, el nombre de un personaje o los detalles de su trayectoria se van perdiendo en el recuerdo. Mas tardé comprendí que nada se pierde en realidad porque lo esencial permanece siempre en la memoria del corazón.
Para el corazón no hay diferencia entre experiencias propias, ajenas, reales o ficticias, mientras hayan dejado su huella en él. La historia verdadera es la que se guarda en el corazón, más allá de la importancia o la interpretación que la mente le otorgue. Esa historia no está compuesta de hechos, datos, fechas, lugares o personajes, sino de la esencia que todas las experiencias van sembrando en nuestro ser. Podemos incluso llegar a perder los recuerdos desde el punto de vista mental, y quedarnos de pronto sin datos, pero la memoria del corazón no se pierde. Digamos que aunque alguien olvidara cómo o cuándo aprendió a tocar el piano, por ejemplo, sus manos podrían seguir produciendo música si se encontrara de pronto frente a ese instrumento. Sin duda, toda actividad artística está íntimamente ligada a esa memoria profunda.
A lo largo de la vida, las personas llegan a cambiar por completo. Todo en ellas se regenera y cambia, hasta las propias células. Del aspecto que tuvimos en la niñez o en la juventud, poco quedará algún día. Nuestro cuerpo evoluciona en otro cuerpo, y lo que llamamos personalidad también se irá alterando a través de las experiencias que enfrentemos. Lo que permanece siempre es la historia verdadera, sin importar el nombre que le demos. Nos reconocemos por nuestra trayectoria y el recuerdo de ella, pero sobre todo por la memoria del corazón que subyace a todo. La consciencia de esa memoria es lo que nos permite reconocernos, aunque nuestro aspecto y nuestra manera de ver el mundo hayan cambiado.
Las personas sufrimos un miedo constante a la pérdida. Tememos perder lo que amamos, lo que creemos poseer, lo que esperamos alcanzar, e incluso la propia historia, hasta más que la vida misma. Sucede también cuando nos enamoramos y nos obsesionamos con retener el objeto que nos provoca el sentimiento, sin darnos cuenta de que el sentimiento es ya nuestro, antes y más allá del objeto. El amor consiste en entender la libertad más absoluta. ¿Qué puede perderse cuando se sabe que nada se posee en realidad?
Si asumiéramos que la memoria del corazón es un tesoro único y que no podemos perderla nunca, lo único que perderíamos sería el miedo. Nos dedicaríamos a alimentarla con el momento presente más radiante posible, sin desperdiciar ni un segundo en amarguras ni reproches. Nuestro ahora y su memoria se construyen mutuamente. No pertenecen al mundo de los objetos, por lo que tampoco están sujetos a la muerte del cuerpo. Se trata de energía viva que se transformará siempre.
A veces sólo es necesario detenerse un instante, observar en silencio sin juicio ni propósito, para saber que la mente ha enmudecido y la memoria del corazón está presente.
La pregunta para este Entre líneas surge de El fondo permanente de las historias y El espacio interior entre páginas.
Tony
Publicado a las 20:24h, 12 septiembreEncuentro en tu comentario un gran realismo, aunque algo complejo, pero genial.
Isabel Forga
Publicado a las 23:11h, 12 septiembreGracias por tu lectura.