Isabel Forga | El fondo permanente de las historias
Sitio web y blog de la escritora Isabel Forga con información de sus novelas, poemas, entrevistas y artículos sobre aspectos literarios, culturales e introspectivos.
Novela, Ficción, Guerrera, Fantasía, Poemas, Filosofía espiritual, Viajes, Entrevista, Escritora, Luna, Sol, Mitología, Booktrailer, Batallas, Aventuras
699
post-template-default,single,single-post,postid-699,single-format-standard,ajax_updown,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode-theme-ver-12.1.1,qode-theme-bridge,wpb-js-composer js-comp-ver-5.4.4,vc_responsive

El fondo permanente de las historias

Mis ojos han recorrido historias desde que puedo recordar. Y no han sido pocas las ocasiones a lo largo de los años en que he oído comentar que el ejercicio continuo de la lectura acaba por provocar trastornos visuales e incluso mentales. Cierto es que esas ideas han vivido entre nosotros desde tiempos antiguos sin que nada demuestre su veracidad. Leer con las condiciones adecuadas no debería dañar la vista, y en cuento a la razón, creo que puede verse alterada por mil circunstancias antes que por la afición a la lectura. Pero en todo caso, bendita locura la que podría sobrevenir por un atracón de historias que nos llevara a todos a lanzarnos a los caminos para perseguir ideales y “desfacer entuertos” a la manera del ingenioso hidalgo 😀.

Durante ese recorrido por historias de muy diversos tipos, hace ya tiempo que llegué a la conclusión de que lo aprendido no depende sólo del relato en sí mismo ni de la intención de su autor o autora, sino de lo que nosotros estemos dispuestos a percibir y deseemos conservar. Con el paso de los años olvidaremos datos, nombres, fechas, rasgos, y al fin y al cabo, incluso esos ojos tan necesarios para el viaje por la vida, junto con todos los pensamientos generados, teñidos o no de cierta locura, acabarán por desaparecer. Sin embargo, existe un fondo permanente en las historias que no se pierde nunca. Los conocimientos prácticos adquiridos durante el proceso son sin duda útiles, pero el fondo inalterable que se visualiza con el corazón es lo más valioso porque la memoria del corazón es lo único que permanece. Esa energía maravillosa es lo que debemos cultivar siempre.

Hay que recordar que la vida no deja de ser una historia, y de la misma forma, lo que aprendamos en nuestro viaje va a estar ligado a la actitud que tomemos. Podemos quedarnos en la superficie de acciones y rostros que acabarán por perderse en el olvido o abrazar la esencia transformadora que conservaremos en nuestro ser, quizá a través de innumerables experiencias de vida con formas distintas.

¿Y qué hace falta para empezar a visualizar ese fondo? En principio, tan solo observar en absoluta quietud para ir alcanzando poco a poco el nivel de conciencia necesario. Nunca podremos ver el fondo del lago mientras las aguas estén agitadas. Contemplar en silencio es algo que no se suele hacer y ese silencio se refiere no sólo las palabras sino también a los pensamientos llenos de juicios que nublan la visión.

Toda historia está llena de distracciones que podemos aprender a disfrutar, siempre que no nos impidan ver el fondo del lago. Por ejemplo, cuando un relato nos conmueve, lo queremos conservar con todos sus detalles, al menos a mí así me ocurre. Por eso, es necesario entender que esos detalles no vivirán para siempre y que debemos dejarlos partir para quedarnos con su esencia, la que nos ha conmovido más profundamente, la que nos nutrirá y nos acompañará en todos los viajes que emprendamos.

2 Comentarios
  • Tony
    Publicado a las 17:45h, 22 septiembre Responder

    Estoy completamente de acuerdo con la autora en que la vida está llena de historias. Ya en sí, la vida de cada uno de nosotros es una historia que vamos sobrellevando cada uno a nuestra manera. Pero es cierto que lo único que permanece para siempre en nosotros es aquello que visualizamos con el corazón.

    • Isabel Forga
      Publicado a las 18:21h, 22 septiembre Responder

      Gracias por el comentario. Sí, la historia del corazón, por así decirlo, es lo que debemos cultivar siempre.

Publica un comentario