Duerme el gesto risueño
bajo el ala de tu sombrero
y se nutre de tu sonrisa
entre pausas aprendidas.
No me muestres la mirada
ni esos guiños olvidados,
prefiero imaginar los juegos
de tus ojos peregrinos,
mientras persigo recuerdos
que vuelan hasta perderse
como cometas antiguas
enredadas en tus dedos.
Susurran tus labios ocultos
palabras que me subyugan,
las conozco, las anhelo,
las repito y las persigo.
Mías sin jamás serlo,
tuyas son sin saberlo,
las verdades pronunciadas
entre risas y lamentos.
No traces versos al aire
con tus manos bailarinas,
como si las señas al azar
no provocaran tormentos.
Sueñan mis pasos inciertos
que se cruzan con tu regazo
y entrelazan en las nubes
mensajes de lluvia cálida.
Como abrazos compasivos
me rodean los veranos,
inundando los desvelos
de las madrugadas frías.
No provoques añoranzas
que me llevan al principio,
a ese tiempo de ilusiones
donde habitan las historias.
Estado de México, 16 de febrero 2024