Sombras de ayer,
sentimientos nuevos
con disfraz antiguo
que ofrecen lamentos
noche tras noche,
entre sacudidas sordas
y sudores fríos.
Secretos hirientes
para oídos necios
que inventan razones
cuando el cielo calla,
y sueñan destinos,
bañados en nubes,
golpeteo constante
de los pensamientos.
Escarcha de la aurora
que resbala por los muros,
y deja solo manchas,
hileras de la nada,
sobre vidrios fríos.
Y una flor de fuego
me sonríe de pronto
y me altera otra vez
el sosegado espíritu.
¿Cómo vencer al fin
el desencanto eterno
de unos pasos rotos
sobre asfalto helado?
No es voluntad ni deseo,
no es esperanza ni ruego,
no es olvido ni anhelo
lo que serena el sentir.
Es rendición inevitable
del entendimiento único,
sublime y verdadero.
Estado de México, febrero de 2021