En agonía de ti,
me siento a tu lado,
junto a tu ausencia muda
y rodeo tus pétalos
con mis brazos de arena.
Te sostengo entre tiempos,
entre vacíos secretos
que nos pertenecen.
Te moldeo con los minutos,
ladrones voraces
de momentos inmensos.
Te busco con el pensamiento,
con la voz, con las manos,
con la luz y con el sueño,
y te persigo por los túneles
amargos y temidos
de tu silencio infame.
Me llenas y te asumo,
me destruyes y te amo.
Te amo en todas las lenguas
que la vida ha puesto en mis labios
durante eternos segundos
de atardeceres lánguidos.
T’estimo desde el sentir primero,
en las terrazas tibias y húmedas
de la memoria ardiente,
y en los parques de mosaicos
recorridos con pesar.
Te quiero sobre instantes de humo,
de latidos sureños, perdidos
en el silbar de los trenes,
que nos llevan y nos traen
de los puertos del estío.
I love you bajo la lluvia perfecta
de mis pasos libres y solos
por fríos senderos nuevos,
donde el suelo helado
de los puentes y las torres,
se derrite en grandes vasos
de desesperación latente.
Ti amo entre tazas de fervor,
sonoras, hirientes,
olvidadas y presentes,
antes de esa huida musical y soez
por avenidas inmortales.
Je t’aime junto al río de luces,
mientras mi pasión te observa
más allá del día y de la noche,
desde los recónditos parajes
del caminante escondido.
Ich liebe dich con el sino inevitable
de todas las tormentas
que nos aguardan y nos salvan,
mientras abren sendas brillantes
que arrinconan los sentidos.
Te amo en la piel de multitudes,
de algarabías coloridas
y paseos sordos,
de plumajes brillantes
y sabores extremos.
Y te llamo a gritos
por los caminos, por las nubes,
por los acueductos del recuerdo,
en otras grafías que los días
trajeron más tarde a mis dedos.
En agonía de ti,
me siento a tu lado
y hasta el eco me susurra
tu verdad sombría:
ni el infierno mismo
me devolverá tus párpados,
ni el movimiento de tus pies
ni las comisuras de tus labios.
Nada calmará la savia
que me recorre las venas
como un mar desbocado
y me habla con la sinrazón
de tus balbuceos amados.
Pero hay algo que ignoran
el eco y sus sombras,
y hasta el infierno mismo,
algo que no navega
por sus eternidades huecas
de deseos quebrados,
porque que no es tuyo ni es mío,
ni del mundo ni del tiempo.
Estado de México, enero 2017