Agua adormecida
que conoces el abismo
y la oscuridad de sus entrañas,
háblame hoy,
con la fuerza de los sabios,
para que entienda la soledad
de los que llegan hasta el fondo.
Viento de tormenta,
no escondas tu furor
ni el poder de tus palabras.
Muéstrame hoy,
con la fuerza de tus actos,
el enigma de la oscuridad
donde habitan los seres de luz.
Llama de lo eterno,
que alumbras el principio
enciéndeme con tu aliento,
y abrázame hoy,
para que no sucumba jamás
el fervor que me protege
de la muerte en esta vida.
Ciudad de México, septiembre 2007