En la furia de los ríos
te encontré, te navegué.
Inmensidad latente de los océanos.
te he invocado en la noches severas,
soñadas y sombrías,
y en esos días infinitos de horas
hirientes, hambrientas.
Te he llamado con la osadía del guerrero
y con la paciencia del pescador de silencios,
y entre lágrimas suaves,
he dejado caer ruegos y gracias
porque sé que la calma anhelada
contiene verdades incomprendidas
y secretos ciegos.
He caído mil veces desde tus brazos,
desde las cumbres de la vida misma
hasta los abismos oscuros del temor,
de la incertidumbre, de la rabia infame,
para ascender de nuevo
con la fuerza vacía
de todos los cielos.
Estado de México, enero 2022