Isabel Forga | ¿Son necesarias las promesas?
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¿Son necesarias las promesas?

Las historias están llenas de promesas a distintos niveles. Las podemos encontrar verbalizadas entre personajes o implícitas de maneras más sutiles en el desarrollo de los hechos. Las personas que se sumergen en una historia se vuelven cómplices de esas promesas y se sentirán traicionadas si no se cumplen porque, al fin y al cabo, la ficción no se rige por las mismas normas que el mundo que conocemos y, por tanto, las promesas pueden y deben cumplirse.

Pero más allá del mundo ficticio, ¿tiene sentido hacer promesas en un ámbito inconstante donde todo fluctúa sin cesar? Aquello que hoy nos parece firme y seguro, mañana puede haber desaparecido por completo o haber mutado en algo muy distinto. La circunstancias pueden alterar las intenciones y los deseos de este momento, y lo que se promete ahora quizá parezca incluso absurdo un tiempo después. ¿O deberíamos atenernos a lo prometido de cualquier forma? Durante mucho tiempo lo creí así, y ahora entiendo que estaba mezclando planos de realidad diferentes o, más bien, tratando de trascender una realidad que me parecía traicionera y poco estable. Lo mejor es no hacer promesas que no sabemos si las condiciones futuras nos permitirán cumplir.

Las promesas se ofrecen con frecuencia y en muchas ocasiones de manera poco rigurosa. Las palabras “te prometo” se utilizan a veces a la ligera en medio de cualquier frase para establecer la intención de hacer algo. Pero, claro, todo está sujeto a las circunstancias, incluso las promesas. Si no fuera así, no nos veríamos en la necesidad que formalizar contratos para tratar de asegurar su cumplimiento.

El corazón humano se siente atraído hacia las promesas porque busca permanencia. Es su manera de intentar trascender el plano inestable de formas cambiantes con el sufrimiento que conllevan. La promesa actúa a nivel de esencia, a nivel permanente, más allá del mundo inconstante, y por eso el corazón la busca y la valora. Y sabe que debe trascender el plano circunstancial que no es fiable. Si el entorno que llamamos real no le ofrece fiabilidad, creará uno ficticio donde las promesas puedan mantenerse pase lo que pase.

Podría decirse que en el plano circunstancial las promesas no tienen mucho sentido, mientras que en el esencial, no son necesarias. No lo son porque están implícitas. ¿Qué puede superar la promesa de eternidad? Eso es lo que ofrece la dimensión esencial e inalterable porque en su verdad nada muere, solo se transforma para renacer en una versión más cercana a su propio ser.

¿Y qué ocurre con nuestra propia historia? También nuestra historia de vida está llena de promesas interiorizadas a lo largo de los años. Las que le hacemos a nuestra propia historia son las más difíciles de olvidar. Los deseos no cumplidos o los sueños no realizados cubren a menudo nuestros días y noches con un velo de fracaso que no nos permite ver más allá. Pero de igual forma, a nivel circunstancial esas frustraciones son ilusiones que se desvanecerán sin dejar rastro, mientras que la dimensión esencial de los sueños prometidos va más allá de su realización en el plano de los objetos. La promesa verdadera se hace con el corazón y no está sujeta a las circunstancias.

 

La pregunta para esta Entre Líneas surge de Todas las historias son historias de amor y El instante fuera del tiempo.

 

4 Comentarios
  • Tony
    Publicado a las 20:17h, 29 octubre Responder

    Encuentro sumamente interesante todo lo que comentas en cuanto a las promesas. Y es cierto que casi todas las promesas que hacemos y que nos hacen están relacionadas con el amor. Lo que pasa es que el paso del tiempo lo cambia todo, incluyendo a las personas, quedando muchas promesas sin cumplir.

    • Isabel Forga
      Publicado a las 23:35h, 31 diciembre Responder

      Así es, el mundo circunstancial en el que nos movemos es inconstante.

  • Paulina
    Publicado a las 15:00h, 31 diciembre Responder

    Así es, creo que las promesas se hacen necesarias porque queremos sostener entre las manos el tiempo, un sentimiento o una falsa sensación de certeza, pero cuando las cosas se dan, no hacen falta y cuando no se dan, resulta evidente su subjetividad en un mundo y entre personas tan cambiantes

    • Isabel Forga
      Publicado a las 23:20h, 31 diciembre Responder

      Como siempre, te agradezco mucho tu lectura y tu aportación.

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