24 Oct ¿Existe el amor imposible?
El amor imposible existe en la mente, pero nunca en el corazón.
Como ya comentaba en otra ocasión, innumerables son las grandes obras literarias que a lo largo de la historia describen trágicos amores imposibles. Desde el punto de vista artístico o literario su valor es indiscutible, pero lo que esas obras plantean en realidad es el eterno conflicto de los seres humanos consigo mismos. Y lo hacen desde el enfoque más desgarrador, es decir, el de la pérdida o el de los deseos irrealizables. Lo que resulta más difícil de entender es que ese doloroso conflicto no tiene nada que ver con el amor, sino con nuestra forma de percibirlo todo como objetos que podemos poseer o perder.
Los seres humanos lo reducimos todo a nuestro pequeño mundo personal, y por eso nos resulta casi imposible concebir la infinita grandeza de lo que llamamos amor.
El amor imposible es una creación de la mente humana, y como otras de sus creaciones, está bañada de deseables encantos que acaban produciendo insatisfacción, dolor y desesperación. Puede tener una función atractiva, por ejemplo desde un punto de vista artístico, como mencionaba también en El difícil regalo del amor imposible, siempre que no caigamos en su juego, que es nuestro propio juego en realidad. Es decir, siempre que seamos conscientes del funcionamiento de este mecanismo mental.
El amor es posible siempre. Lo que solemos considerar imposible es la realización del plan que hemos pergeñado para canalizar el sentimiento en la dirección escogida. Y de igual forma, si el objeto que nos los provocó no reacciona de la forma esperada, etiquetamos el proceso de fracaso con todo su subsecuente sufrimiento. Nos aferramos tanto al objeto que suscitó el sentimiento que no vemos que su posesión no es necesaria para la verdadera plenitud de ese sentimiento, es más, si llegara a poseerse, la mente perdería interés e iniciaría una nueva búsqueda. El objeto es un portal hacia la verdad que estaba ya en nosotros.
Esto no significa que ese objeto carezca de importancia, es más, al profundizar en el sentimiento mismo, podremos apreciarlo de forma mucho más auténtica y comprenderlo en su valor real.
El amor, y sobre todo el amor de pareja, se concibe usualmente como un intercambio. “Yo te doy y tú me das, pero si en algún momento siento que dejaste de darme lo que espero, entraremos en conflicto y romperemos la sociedad.” Si lo analizamos así, veremos que se trata de un negocio, quizá necesario en muchos casos, pero no hay que confundirlo con amor. El amor sólo sabe dar porque es su naturaleza, no impone condiciones ni espera compensación.
Muchas personas se preguntarán entonces: ¿qué sentido tiene amar sin recibir amor? Estamos condicionados a pensar así, y es comprensible, pero la persona que hubiera llegado a sentir amor en su verdadera dimensión, ni siquiera se plantearía esa pregunta.
Tampoco hay que pensar que este cambio de percepción va a impedirnos disfrutar de uno de los temas más intensos de la literatura universal. Muy al contrario, al cambiar el enfoque, podemos ir mucho más allá y no perdernos en el sufrimiento en sí. Observar este juego emocional nos puede ayudar a trascenderlo para acercarnos a la grandeza verdadera del sentimiento en toda su incontenible belleza.
La pregunta para este Entre líneas surge de El difícil regalo del amor imposible.
Paulina
Publicado a las 14:25h, 07 noviembrePocas personas llegan a entender y dar el amor como este texto propone, pero si se llega a ello, se puede vivir el amor en su forma más sublime.
Isabel Forga
Publicado a las 17:42h, 07 noviembreAsí es. Muchas gracias por tu comentario.