23 Jun Recuperando tesoros olvidados
Las gotas de lluvia resbalan sin prisa por el cristal de mi ventana mientras observo en silencio la llegada de una noche más. A pocos metros, un caracol avanza pausadamente sobre una brizna de hierba sin sospechar que mis ojos y mis pensamientos se han posado sobre él desde hace algunos segundos. He dejado a un lado el libro que estaba leyendo. La historia no tiene intención de huir a ningún sitio y sé que seguirá en sus páginas cuando pueda retomar la lectura. Mientras tanto, la llevaré conmigo y vivirá en mí, como el atardecer que contemplo. El cielo va adoptando tonos distintos al tiempo que se oscurece sobre las montañas. Cada tarde se repite el mismo ritual y, sin embargo, no hay dos atardeceres iguales. A veces, el firmamento está claro, otras se ve poblado de nubes, como hoy, y la lluvia empieza a caer con fuerza acelerando el final del día. En algunas ocasiones, el cielo nos regala un matiz rosado o anaranjado mientras juega con esas nubes que lo recorren. Definitivamente, cada atardecer es único, pero ¿cuántas personas, en medio de su agitada existencia, tienen la oportunidad o la voluntad de contemplar la magia de una puesta de sol?
Este momento del día marca para mí una pausa y un regalo. No es sólo un tiempo de reflexión o agradecimiento, sino de observación. Cuando observo la gota de lluvia, la nube gris o la brizna de hierba bajo el peso de un inocente caracol, mi mente se detiene y puedo leer mis pensamientos como algo ajeno. En ese instante, las funestas preocupaciones que han podido ofuscarme durante la jornada, se disuelven y comprendo que no me pertenecen si yo no lo deseo. Ahora soy lluvia, nube, hierba…
No obstante, el tranquilo atardecer de primavera o verano suele llegarme después de un ajetreado día de trabajo, de un largo recorrido por una frenética carretera, y de un sinfín de situaciones que necesitan resolución inmediata. La vida nos ofrece siempre aquello que más necesitamos para evolucionar, para aprender, aunque suele costarnos mucho comprender que esos reveses son valiosas enseñanzas y no castigos o desgracias gratuitas. Por ejemplo, hace algunos años, una serie de circunstancias me llevó a instalarme en un pequeña población, algo aislada y rodeada de montañas. Había disfrutado de maravillosos atardeceres en las grandes y bulliciosas ciudades que siempre había habitado, con el constante ruido del tráfico de fondo, y por eso ahora puedo apreciar mejor aún el regalo de una puesta de sol entre el silencio y el trino de los pájaros.
Hemos creado un mundo de ruido, de velocidad y de luces, en el que el silencio, la paciencia y la oscuridad, por citar algunos tesoros olvidados, han perdido su valor y se consideran aburridos. Este mundo nos exige realizar varias tareas al mismo tiempo para ser más productivos, pero en realidad, es al concentrarnos en una sola cuando podemos dar lo mejor de nosotros mismos. La evolución verdadera no consiste en engullir, sino en saborear.
La actividad literaria, tanto desde el punto de vista del escritor como del lector, nos enseña mucho sobre la subestimada paciencia. Una historia no se construye ni se asimila en un momento. Es un bello recorrido de experiencias y emociones que forjan sentimientos, reflexiones y conocimientos que enriquecen nuestra vida. La humanidad necesita detenerse un momento y observar en silencio. La tecnología puede ser muy útil y beneficiosa, pero sin sabiduría ni la tecnología más avanzada podrá salvarnos. Necesitamos sabiduría. Necesitamos recuperar esos tesoros olvidados.
Y cito una vez más a ese maestro sin nombre que mora en las páginas de Shaktarha:
Aprenderás el devenir de los tiempos para que, a través de sus hechos y de sus lenguas, comprendas la verdad que tu existencia conlleva. No se trata sólo de encontrar las respuestas, sino de saber cuáles son las preguntas, y para ello deberás dominar la lentitud que permite ver todo.
Tony
Publicado a las 14:11h, 01 julioA mí este articulo me ha enamorado de principio a fin, por su magia, su belleza y su verdad.
Isabel, sigue escribiendo siempre así.
Isabel Forga
Publicado a las 15:40h, 01 julioMuchas gracias por tu lectura y tus palabras.
Pau
Publicado a las 16:00h, 01 julioAunque leí este artículo al amanecer, en lugar de al atardecer, sus palabras me hicieron voltear a ver a través de la ventana y disfrutar de la lenta aparición de la claridad y de un nuevo comienzo.
Isabel Forga
Publicado a las 23:10h, 01 julioMe alegro mucho. El amanecer también es uno de mis temas favoritos. Y gracias por leer y comentar.