27 Feb ¿Existe una relación entre el silencio y el amor?
Tal vez pueda resultar una pregunta extraña para muchas personas que nunca se hayan planteado una relación semejante, pero el silencio y el amor van de la mano de una forma muy profunda.
Para poder ver este vínculo con claridad, bastaría con detenerse por completo, aunque fuera durante un instante. Sin embargo, esa quietud total es algo que muy pocos seres humanos conocen o vislumbran.
Seguramente, alguien también se preguntará si no sería más lógico relacionar el amor con la música, por ejemplo, y no tanto con el silencio. Hay que tener en cuenta que la música inspirada que nace del corazón está también unida a esa quietud perfecta, es decir, que brota también del silencio interior.
En realidad, el silencio nos es cada vez más ajeno. Vivimos entre sonidos de todo tipo día y noche, y resulta muy difícil hallar un momento de silencio en medio del trajín cotidiano. Siempre hay algún motor funcionando dentro y fuera de nuestros hogares. Pero no solo hemos perdido la apreciación por el silencio exterior, sino también por el interior, lo cual es mucho más grave. Nuestro pensamiento no se detiene nunca y nos provoca continuas tempestades de emociones diversas que nos dominan y nos confunden. Nos confunden a tal grado que incluso asociamos algunas de esas emociones turbulentas con el amor. La mente funciona así, es su naturaleza, pero esa voz continua, creadora de historias sin fin, no debería controlar nuestras emociones y estados de ánimo, sino que la consciencia tendría que hacer uso de la mente como el instrumento mágico que es. De esa forma, el silencio interior no se vería alterado por el pensamiento, y la historia propia podría disfrutarse como si se tratara de un libro maravilloso.
El miedo a la pérdida, el dolor por ausencia o el deseo de posesión no son expresiones de amor, aunque muchas tradiciones nos muestren historias de personas enamoradas en continuo tormento. Son, sin duda, relatos atractivos y pueden tener gran valor artístico y literario, pero tratan más bien eternos conflictos del ser humano que nada tienen que ver con el amor. Donde haya conflicto, podemos tener la seguridad de que el amor no es la causa, aunque así nos parezca en numerosas ocasiones. Como ya he mencionado en otras entradas, lo que nos provoca dolor no es el amor, sino nuestro deseo de poseerlo y amoldarlo a nuestra voluntad.
Comentaba en El silencio de la palabra escrita que el silencio es la base de todo, ese espacio ilimitado e indefinible que subyace a todas la formas. Y es precisamente desde ese fondo sin límites desde donde se puede conocer el amor en sí mismo, el que no está sujeto a las necesidades de nuestro ego.
El silencio interior es posible en medio de cualquier tormenta si se aprende a dar un paso atrás y observar. La distancia ofrece un cambio de perspectiva inmediato, y desde ese punto de vista, resulta mucho más fácil asociar silencio y amor. De hecho, desde el silencio profundo y verdadero, el amor se da de forma natural porque cuando todo se detiene, el amor es lo único que permanece.
La pregunta para este Entre líneas surge de El silencio de la palabra escrita.
Tony
Publicado a las 19:41h, 06 marzoMe encanta tu texto porque el silencio es lo mejor en muchos momentos, y aún más, El silencio de la palabra escrita.
Isabel Forga
Publicado a las 23:49h, 06 marzoMuchas gracias por el comentario.
Paulina
Publicado a las 16:19h, 20 marzoCreo que la frase que mejor engloba esta publicación precisamente es la de cierre: “Cuando todo se detiene, el amor es lo único que permanece”, incluso más allá de la pérdida, del dolor causado por alguien que te partió el corazón pero lo amaste, del enamoramiento lleno de ruido que se convierte en una fiel y Bella permanencia, de la muerte…el amor permanece.
Isabel Forga
Publicado a las 02:23h, 21 marzoAsí es, aunque a veces no es fácil verlo. Gracias por leer y comentar.