Isabel Forga | El juego de la presencia
Sitio web y blog de la escritora Isabel Forga con información de sus novelas, poemas, entrevistas y artículos sobre aspectos literarios, culturales e introspectivos.
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El juego de la presencia

Las tardes de domingo tienen un carácter propio difícil de definir. Durante algunas horas parece que el mundo se detiene en un punto álgido antes de precipitarse al vacío. La sensación podría compararse al instante justo antes de la caída desde una montaña rusa. Después del empinado ascenso durante la semana, se alcanza ese momento de quietud que podría ser imperturbable si no se fuera consciente de la inevitable caída. Incluso en el caso de que los días de trajín laboral no funcionen de lunes a viernes, lo cual he experimentado en el pasado, la tarde o noche dominical no pierde para mí su calidad del todo. Sin duda, es un condicionamiento que muchas personas arrastramos desde la infancia.

Con el fin de evitar el vacío en el estómago y la ansiedad propias de esas horas, justificables solo a medias, y quedarme en el silencio perfecto, es decir, mirar hacia arriba o hacia adentro, en lugar de hacia abajo, he probado diversas técnicas a lo largo de muchos años. Una posibilidad sería permanecer en línea recta, o sea, sin ascensos y descensos bruscos, y eso en el día a día, podría traducirse como continuar en actividad sin pausa, sin momentos o días de descanso. En realidad, hace ya mucho tiempo que entendí que la ansiedad se crea en la mente, en la anticipación narrada por el pensamiento, y no en el momento en sí mismo, así que lo ideal sería aprender a distanciarse de esa narración y permanecer en el instante presente, sea cual sea la forma que tome.

Por simple intuición y sin entender su magnitud, en mis años escolares desarrollé una técnica que era para mí más bien un juego. Solo ahora comprendo que ese “juego de la presencia”, como podría llamarse, es el portal hacia la dimensión espiritual del ser.

¿Y en qué consistía ese juego de la presencia de la forma en que yo lo enfocaba a esa edad? Trataba de concebirme como un ente sin pasado ni futuro, quizá una persona sin memoria o un ser extraterrestre que acababa de aparecer en el lugar y en el momento en que me encontraba. No sabía nada, todo lo observaba como si lo viera por primera vez, y no visualizaba más allá de eso, es decir, sin pensamientos sobre el día siguiente ni sobre momentos anteriores. Ese juego hacía mucho más llevadera la noche del domingo, aunque por desgracia no lograba mantenerlo mucho tiempo, y el regreso al pensamiento usual solía ser súbito y aterrador.

En aquel entonces no era frecuente oír hablar de meditación o de “mindfulness” como en la actualidad, aunque podría decirse que la base de mi “juego de la presencia” y el de esas técnicas es el mismo: permanecer presente sin escuchar la voz constante del pensamiento. De hecho, coincido con quienes opinan que sería más adecuado usar el término “mindlessness” en lugar de “mindfulness” porque una vez que la mente y su historia se vacían, lo que queda es la consciencia del ser.

Si despertaras de pronto en la oscuridad y sin memoria, no sabrías tu nombre, nacionalidad, sexo, edad, raza, y aun así tendrías conciencia de que eres. No de “lo que eres”, sino simplemente de ser. Eso que queda cuando dejas ir la historia es lo que eres en realidad, es consciencia sin historia. La historia es un camino, un portal, siempre que sepas que es solo eso. Ahí es donde puedes jugar con ella y disfrutarla. Amar la historia es honrar la forma que te lleva a la esencia.

2 Comentarios
  • Pau SV
    Publicado a las 15:32h, 03 septiembre Responder

    Sin duda, los domingos son peculiares. Aún recuerdo cuando me daba por llorar todas las tardes dominicales antes de regresar a la semana laboral. Afortunadamente ya no me siento así y creo que precisamente tiene que ver con ese soltar la historia y simplemente ser, día a día, con lo que traiga y lo que pueda ser.

    • Isabel Forga
      Publicado a las 19:21h, 03 septiembre Responder

      Gracias por leer y comentar. Sí, sin duda es la forma más sabia de vivir, y claro, el tipo de actividades que se vayan a realizar en esa semana laboral también influyen.

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