
20 Ago El enfoque esencial
Durante esas noches de tormenta exterior e interior, no todos tenemos la habilidad de suprimir los pensamientos. A veces, basta con sustituirlos por otros que nos resulten más agradables, y de esa forma, se puede crear la distancia necesaria para prepararnos ante el regreso de los tormentosos. La naturaleza con sus impactantes paisajes es quizá el mejor escudo, pero yo suelo imaginar anaqueles o escaparates repletos de libros y blandir sus portadas contra las emociones desagradables. Siempre tiene un efecto inmediato en casos de emergencia, aunque, claro, no hay que perderse en el envoltorio, y esas portadas tan cautivadoras no dejan de ser envoltorios.
En la actualidad, las historias suelen presentarse en coloridas cubiertas de alicientes diversos que nos seducen los sentidos de mil maneras. Para captar la atención de lectores, oyentes o espectadores, se usan estímulos atractivos y todo tipo de estrategias que no eran tan necesarias en épocas anteriores. Sabemos que la oferta de lo que se califica como entretenimientos hoy en día podría colmar el tiempo de muchas vidas y, además el acceso a ese mundo sin fin es relativamente fácil para muchas personas. Cada vez se hace más necesario aprender a seleccionar, pero lo más importante es no perder el enfoque esencial.
Nos encontramos en un mundo de formas cambiantes donde todo es relativo y fugaz, es decir, en una dimensión circunstancial sin verdades absolutas a las que agarrarse. Para hablar sobre verdad, siempre hay que referirse al plano esencial. La esencia se puede encontrar en todo y siempre está presente, aunque nada la contenga.
Algunas personas deciden cerrar los ojos al mundo para concentrarse en esa esencia, dado que el nivel de distracción y de ruido a nuestro alrededor puede llegar a ser abrumador. Lo ideal sería aprender a manejar el plano circunstancial sin perder de vista nunca el esencial, pero eso puede resultar demasiado difícil, por lo que hay quien escoge renunciar al sinfín de formas distractoras. Sin embargo, en sí mismas esas formas muestran la riqueza infinita del plano esencial que las sustenta.
No creo que renunciar al mundo sea la respuesta, aunque sea una opción comprensible para las personas que buscan un poco de paz en medio del torbellino de circunstancias inconstantes. Sin embargo, aprender a aceptar cada momento con la forma que tome sin apartar la mirada del centro esencial sería una manera de vivir a través de la aceptación y no de la renuncia. ¿Un reto imposible? Probablemente, pero no por ello menos digno de tenerse en cuenta.
Seguramente el error que cometemos la mayoría de los seres humanos es buscar constancia y permanencia en el lugar equivocado, es decir, en el plano de formas cambiantes y efímeras. Desde ese punto de vista, su comportamiento nos parecerá siempre traicionero, no porque lo sea en sí mismo, sino porque esperamos que nos ofrezca algo opuesto a su naturaleza. En nuestro mundo de objetos, que incluyen pensamientos y emociones, todo se transforma sin cesar, pero el enfoque esencial permanece. Hay que aprender a hallar ese centro, ese espacio auténtico en medio de cualquier circunstancia.
También en las historias podemos encontrar estos dos planos. Una vez que hemos disfrutado del envoltorio de colores brillantes, es conveniente desecharlo interiormente y quedarnos con el centro esencial, que es lo que va a ayudarnos realmente durante esas noches de tormenta.
Paulina
Publicado a las 12:27h, 27 agostoComo escritores también debemos pensar en ese enfoque esencial que hace de las historias algo universal, mientras que el envoltorio será nuestra manera única de contarlas.
Isabel Forga
Publicado a las 23:11h, 27 agostoMuchas gracias por la aportación y el interesante punto de vista.