Isabel Forga | El compás esencial de sonido y silencio
Sitio web y blog de la escritora Isabel Forga con información de sus novelas, poemas, entrevistas y artículos sobre aspectos literarios, culturales e introspectivos.
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El compás esencial de sonido y silencio

Es posible que alguien se pregunte cuántas palabras componen este texto. Tenemos herramientas para contar palabras, por supuesto, así que se puede averiguar con facilidad el número exacto.

Lo que pocas personas advierten es que estos párrafos contienen el mismo número de palabras que de espacios en blanco que, de alguna forma, sostienen, enmarcan y posibilitan la sucesión de palabras. Lo mismo se cumple si hablamos de figuras musicales, fórmulas matemáticas o cualquier otro tipo de signos de comunicación porque nada tendría sentido sin esos espacios que proporcionan un equilibrio fundamental. Y es que, en realidad, estos símbolos representan ideas, objetos, sonidos o leyes de la naturaleza, que de igual modo, necesitan silencios o espacios vacíos para ser. Es decir, esta armonía aplica a todos los aspectos de la vida, aunque nos pase desapercibida.

Para que exista el sonido, debe existir también el silencio, que es, de hecho, la base de todo. ¿Y cómo definir el silencio o el vacío? Sólo como negación, o sea, lo que se da por oposición a ellos. No son objetos tangibles ni tampoco intangibles, como los pensamientos, y, por lo tanto, no son definibles. Nos podemos referir a ellos únicamente como ausencia.

Prestar atención al silencio es mucho más significativo de lo que en principio puede parecer. Normalmente, la atención se enfoca en el sonido, en la palabra, en el objeto, en la materia, y no en el espacio de silencio que los contiene y los hace posibles. Sin embargo, tan sólo un instante de silencio consciente resulta sanador. Implica además un cambio radical de punto de vista.

Tampoco solemos reparar en el espacio entre acciones o pensamientos en nuestro día a día. Las actividades se suceden sin cesar en un mundo en el que hacer tiene mucha más importancia aparente que ser. Y es que ser, simplemente ser, es algo que ni siquiera podemos concebir. Detener un momento la actividad y la narración interior constante es esencial, o por lo menos, desarrollar consciencia sobre ese trajín incesante.

La página en blanco, tanto a la hora de leer como de escribir, causa cierto terror. Se nos enseña que el espacio, el silencio o el vacío deben ser llenados con algo lo antes posible para eliminar el vértigo que produce lo desconocido. ¿Y si, en cambio, nos asomamos un momento a esa ventana desconocida y observamos? ¿Qué caminos puede abrir? Una vez conscientes del propio condicionamiento, la opción de cambiar de enfoque empieza a tomar forma.

La próxima vez que abras un libro, detente un momento en esa página inicial en blanco llena de posibilidades antes de seguir adelante. Y después de iniciar la lectura, observa los espacios entre palabras y el ritmo vital que aportan a la frase, al pensamiento, a la acción. Tampoco una pieza musical, una canción o un poema podrían darse sin el compás preciso de sonido y silencio. Se trata, de hecho, del ritmo de la vida, donde las fases de movimiento se intercalan con la pausa necesaria. Todo, desde la respiración de cada organismo hasta el lento crecer de una brizna de hierba, se mueve en esa armonía perfecta y casi siempre imperceptible.

4 Comentarios
  • Tony
    Publicado a las 19:35h, 31 julio Responder

    En realidad, todo lo que transmites en tu interesante artículo, nos suele suceder a una gran mayoría de personas, pues nos sentimos más seguros en lo que vemos y escuchamos, y ni siquiera nos fijamos en los espacios vacíos ni en el silencio llenándolos enseguida con algo, sin saber lo que nos estamos perdiendo por miedo a lo desconocido, que en muchas ocasiones podría ser bueno y emocionante.

    • Isabel Forga
      Publicado a las 17:56h, 01 agosto Responder

      Gracias una vez más por tu lectura y comentario.

  • Paulina
    Publicado a las 05:38h, 07 agosto Responder

    El silencio aterra a la gente porque a la vez funge como una especie de espejo. Siempre que hay una pausa, un instante de vacío o un momento sin voz, te quedas tú con tus pensamientos, enfrentándote a lo que eres y a cómo piensas o ves el mundo. Ese puede ser un momento de descubrimiento increíble, o dependiendo de la persona, aterrador.

    • Isabel Forga
      Publicado a las 06:39h, 07 agosto Responder

      Exacto, de eso se trata, y más aún que de la persona, depende de su nivel de conciencia. Gracias por comentar.

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