30 May La relación con la propia historia
Todas las manifestaciones artísticas nos cuentan historias.
Esta afirmación puede resultar obvia en literatura, pero si queremos que un cuadro, una escultura, una pieza musical o una representación de danza nos llegue al corazón, debemos aprender a relacionarnos con la historia que se nos está mostrando.
Cuando alguien me pregunta sobre la temática de este blog y explico que mi intención es reflexionar sobre las verdades más profundas que se ocultan en las historias, observo que a veces mi respuesta produce un cierto desconcierto. Existe ya una infinidad de interesantes webs y blogs de tema literario, donde se recomiendan o analizan libros, y donde se establecen discusiones sobre ellos. Sin embargo, El rincón de Zykbar no trata de listados de libros esenciales en nuestra biblioteca ni de artículos de crítica sobre obras o autores concretos, sino de ir más allá de los datos específicos y entender la literatura como aliada en el proceso de descubrimiento de nuestro auténtico ser.
La exploración espiritual tiene como meta la libertad más absoluta, la única auténtica, y la literatura es en realidad un acto de libertad. Toda actividad creativa nos hace libres aunque sea durante el tiempo de su desarrollo, y si aprendemos a extraer ese momento y llevarlo siempre con nosotros, estaremos trascendiendo además la limitación del tiempo que nos mantiene mentalmente esclavizados.
La literatura puede enriquecer las dos vertientes en la vida de los seres humanos, es decir, la del ser y la del humano. Normalmente, la actividad de la lectura se concibe como desarrollo cultural porque nos proporciona información valiosa para desenvolvernos mejor en el mundo que nos rodea, y también nos procura entretenimiento o diversión. Lo que tendemos a olvidar es que, además de datos o formas de ocio que benefician nuestro lado humano, las historias nos abren las puertas a un tipo de exploración interior donde el tiempo y el espacio se vuelven relativos. Ahí se inicia el descubrimiento espiritual del ser. A través de la lectura y la escritura, aprendemos sobre planos de realidad distintos que nos permiten acceder a dimensiones más allá de las que percibimos con nuestros sentidos. Un sinfín de relatos y experiencias regalados por otras personas pueden así también incorporarse a la propia historia y engrandecerla de infinitas maneras. No se trata sólo de imaginación, que por maravillosa que resulte no deja de ser también un juego de la mente, sino de ayudarnos a entender que nuestra vida es en realidad un plano de imaginación diferente que también podemos trascender.
En términos espirituales a veces se habla del pasado como de una carga mental de la que debemos aprender a desapegarnos para alcanzar la liberación. Pero el verdadero desapego no consiste en intentar olvidar o ignorar ese pasado, sino en aprender a relacionarnos con él. De la forma errónea de relacionarnos con nuestra historia de vida se derivan muchos pesares, angustias, rencores, miedos e incluso traumas severos. Si no entendemos nuestra propia historia, nunca podremos aprender que su función es enseñarnos a descubrir vías más profundas que nos lleven a trascender esa misma historia.
Muchas personas dicen que no hay que mirar atrás; yo creo que más bien hay que aprender cómo mirar atrás. Nuestro pasado no existe más que como una historia que nos pertenece en el proceso de descubrimiento de nuestro ser profundo. Los obstáculos, los supuestos errores, las reacciones inadecuadas, los eventos inesperados o incluso trágicos que pueda contener deben observarse como parte de ese proceso necesario. Si los rechazamos sin más, sin entender su función, volverán a repetirse día tras día, año tras año y, posiblemente, vida tras vida.
Cualquier circunstancia puede observarse desde mil ángulos distintos, y adquirir significados muy diversos. De la misma forma, toda historia de vida puede ser un bello camino, aun con sus pasajes oscuros, siempre que comprendamos que el único destino verdadero es el propio corazón.
T0ny
Publicado a las 19:08h, 31 mayoCierto es que una gran mayoría de personas se amargan la vida inútilmente, pensando en las equivocaciones que cometieron en el pasado, y en todo lo que no salió bien. E incluso, en lo bueno de dicho pasado. Yo era una de ellas, aunque ahora ya no lo soy, pues como bien dice la autora de este interesante texto, lo ideal es acostumbrarnos a vivir con nuestra propia historia, pasada y presente.
Isabel Forga
Publicado a las 19:49h, 31 mayoGracias una vez más por leer y comentar. Es importante entender que el momento presente es lo único que existe y que el pasado también fue presente. A partir de ahí se convierte en memoria, en una historia de la que podemos y debemos aprender.