25 Sep El sueño y la historia
Hoy voy a hablar de sueños y de historias, y de la fuerza secreta que los une.
Hay momentos en los que hablar de sueños se vuelve difícil, sobre todo al pensar que el futuro parece cada vez más incierto, más lleno de obstáculos. A veces incluso buscamos historias ajenas para evadirnos de los sueños propios que nos esclavizan o de lo que llamamos realidad. En ocasiones pensamos que tenemos demasiada edad o demasiada sensatez aprendida para perdernos en sueños que no nos llevan a ningún lado. Pero lo cierto es que a los sueños no les importa el futuro. Ellos se nutren del momento presente, aunque parezcan proyecciones, y siempre se desarrollan en el ahora. Los sueños son historias en potencia, y al mismo tiempo, las historias generan nuevos sueños. ¿Y qué sería de la humanidad sin esos sueños y esas historias?
Normalmente, los sueños se asocian con deseos o proyectos, pero yo creo que su esencia es mucho más profunda. Podría decirse que los deseos y los planes se forjan en la mente y en la mayoría de los casos acaban causando frustración cuando no se realizan en la forma o en el momento esperado. Los sueños, en cambio, son un fin en sí mismos, y suelen conllevar un matiz quimérico, pero el hecho de saberse irrealizables no les resta fuerza ni valor. Si llegan a materializarse en una historia, ya sea de vida, literaria, musical, o de cualquier otro formato, conservan siempre un halo extraordinario que renacerá en otro sueño.
No hay que olvidar que los sueños son de naturaleza libre y no deben esclavizar nunca. Cuando un sueño causa dolor o angustia, tenemos que empezar a llamarlo de otro modo. Las obsesiones y las frustraciones no tienen nada que ver con los sueños, sino con nuestra manera errónea de entender el flujo de la vida. Soñar es siempre un regalo de libertad sin límite.
Las historias más bellas o más profundas nacen de sueños y siempre vuelven a ellos porque son su alimento. Tanto si llegan a plasmarse a través de alguna manifestación artística, como si permanecen en algún rincón del ser, no pueden perderse nunca. Forman parte de esa memoria del corazón de la que hablaba en otras reflexiones, por lo que muchas veces nos salvan de nuestra propia mente. Sin duda, la mejor historia es la historia enamorada del sueño del que nació.
Cuando todo mi ser se pierde o, más bien, se encuentra en una historia, sé que al inicio del camino existe un sueño que le infundió la fuerza necesaria. Nunca se llega al corazón de las personas con argumentos ni con razonamientos, por válidos que sean. El corazón se alcanza a través de historias porque están en su misma sintonía, así como ese sueño que les dio vida.
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